#Futbol

Un crespón enluta la franja derecha



Podría despedirte como el gran lateral que fuiste luciendo la casaca azul que amabas o la albiceleste del seleccionado local, donde jugaste 43 partidos entre 1961/70. Protagonista del primer título de Deportivo Argentino en la Liga Pehuajense en 1966, cuando ese lauro se le negaba año tras año. Sumaste un nuevo éxito en el ’72 con la misma camiseta, ya sobre el final de tu carrera y hasta fuiste fundador de la Peña

“Azul y basta” con cinco décadas de existencia vibrando al lado del "Depo" querido.
Podría describirte como futbolista, hablando de tu particular ductilidad para desempeñarte con eficacia en cualquiera de los cuatro puestos de la defensa donde ocasionalmente te tocara jugar, aunque tu mayor performance haya sido marcando punta, como lateral derecho.

También estaría en condiciones de referirme a esa gran regularidad que exhibías, la solidez y firmeza en la marca, y la seguridad que transmitía tu personalidad de dejarlo todo en la cancha, con un estilo aguerrido e inclaudicable.
Es que dejaste una marca registrada en los campos de juego. Un surco eterno por la franja lateral.

Pero no puedo. ¿Sabés qué pasa, Tito? Te conocí fuera del ámbito futbolístico. Te enfrenté en ajedrez en más de un torneo y disfruté, no solo de tu presencia sino también del placer de hablar con vos. No de ajedrez sino de fútbol. De ese fútbol que sabías mirar como buen observador. De anécdotas y sucesos que solías evocar con lujo de detalles como si el tiempo no hubiera transcurrido y los estuvieras viendo en ese mismo momento. Desde aquellas en tu Madero natal hasta las más cercanas.

Me enseñaste mucho, aún en charlas ocasionales, volcándome información que trascendían el deporte local. Datos que están en mi memoria y surgen, con tu recuerdo, cuando escribo sobre esos temas.

Sé que has sido un permanente lector de todas mis publicaciones y te estoy agradecido.
Por eso no puedo despedirte como el marcador de punta que fuiste, aún cuando hayas sido de los mejores de nuestro fútbol pueblerino, y un crespón negro enlute hoy esa franja en un llamado a respetuoso silencio por tu partida.

No puedo. Porque me duele y solo se me ocurre decir: ¡Chau Tito!, adosándole el esperanzador: ¡Hasta siempre! que encierra un corazón católico. Como el tuyo.

Roberto F. Rodríguez.

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