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«El Dakar marcó mi vida para siempre»

Mientras la tercera edición del Rally Dakar Argentina Chile ingresa en su etapa de definición y se prepara para hacer su arribo final a Buenos Aires en el día de mañana, Jorge Martínez Boero (h) se encuentra por estas horas en Bolívar

. Al día siguiente de abandonar el rally en Iquique viajó desde el país trasandino a Buenos Aires, y ahora aguarda la llegada de la moto para exhibirla en uno de los comercios que apoyó su participación en esta carrera. Lo notamos aún asombrado por lo vivido durante sus días en la competencia, en el transcurso de la charla mantuvimos con él ayer por la mañana en la redacción de La Mañana y que transcribimos a continuación:

Te sacaste las ganas de probar desde adentro lo que era el Dakar...
- Sí, y en verdad hoy no estoy desilusionado por lo que me pasó. Me sentí parte de la carrera. No es que me significaba un peso o que iba mal; por el contrario, iba cada vez mejor, me sentía bien dentro de las complicaciones de cada etapa. Estaba viviendo un sueño, disfrutándolo día a día. Me quedé afuera por circunstancias de carrera, no porque me cansé o porque la moto no funcionó, entonces por eso estoy tranquilo.

Alcanzaron los concejos y conocimientos que recibiste antes de correr o tuviste que improvisar permanentemente...
- Sinceramente, allá te olvidás de todo. Pasás del infierno a vivir una situación extrañísima, como por ejemplo que te trate de igual a igual Roby Gordon, Al Attiyah o el que sea... Por momentos hacés de médico, de auxilio... Vivís situaciones muy fuertes. Lo único que te sirve, además de estar en condiciones físicas, es estar bien de la cabeza para comer, hidratarte y saber que continuamente estás corriendo un riesgo grande.

¿Pensás correr el año que viene otra vez?
- Sí, estoy decidido.

¿La familia qué dice?

- A mi mamá no le gusta nada, pero en realidad voy a correr por las palabras que me dijeron mi mamá y mi mujer. Ellas no quieren que lo haga pero lo haré porque encontré mi lugar dentro de lo que es el deporte motor. Siempre probé cosas: correr en auto, correr acá, allá, pero la verdad que para mí es lo máximo. No hay nada que se le parezca.

¿Cómo lo describirías al Dakar?
- Es indescriptible. Lo que me sorprendió es la cantidad de gente que me ha seguido, gente que ni siquiera conozco y estaba en vilo. Para esa gente fue un Dakar diferente porque corría un representante de Bolívar; hay muchas personas que me han dicho que lloraron cuando yo me quedé afuera... Si para esa gente el Dakar fue trascendente a pesar de seguirlo por una computadora o por el medio que sea, es de imaginar lo que significó para mí. Es imposible explicarlo; pasás del infierno a un sueño cada día y estás siempre al lado de las situaciones más extremas que puede ponerte la vida. A eso hay que agregarle algo extra: a pesar de que hoy en día hay mucho enfrentamiento entre la gente, entre los participantes del Dakar hay una caballerosidad y unos códigos que hace muchísimo tiempo no veía en ningún lado.

Antes de la caída viviste un episodio con un camión. ¿Cómo fue?
- Son cosas que pasan en esta carrera, de las cuales uno no toma dimensión hasta un tiempo después de vivirlas. Yo puedo decir que soy una persona diferente a la que era antes de largar esta carrera... Iba por un camino que se hacía angosto cuando un camión se «pegó» atrás, pero el conductor no tuvo paciencia y me encaró; me pasó, y cuando vio que me pisaba me esquivó pero me pegó con la goma de atrás. En el hombro. Hay que imaginarse un camión de esos, a la velocidad que van, en un camino angosto, sinuoso, con piedras y con un conductor cansado y nervioso... Si tomo la dimensión de eso tendría que quedarme en mi casa y no salir más a la calle porque ya gasté un montón de ´las vidas´ que tenía... Es increíble.

Ahora sí hablanos del accidente que te dejó afuera...
- Iba muy bien en la etapa. Estaba a mil metros de llegar. Para no penalizar fui a marcar dos puntos que me faltaban, que estaban ahí cerquita, y cuando estoy buscando el lugar para bajar hasta la playa, donde terminaba la etapa, se me cruzó un camión y quedó encajado delante de mí. Había infinidad de médanos, todos de 1.000 ó 1.500 metros, con unos ángulos impresionantes, y me equivoqué de médano. Como me perdí busqué otra bajada, ya se estaba haciendo de noche... Estaba bajando por un lugar deshielo, que de repente «se cortó» y me caí en un precipicio. Caí sólo cuatro metros porque me paró una piedra, pero el precipicio era de unos mil metros... Estuve ocho horas paradito en esa piedra; antes había corrido con 40º de calor y en ese momento, ya de noche, hacía -2º... Estuve esperando hasta que me rescataron unos andinistas; había estado quince horas arriba de la moto y otras ocho en ese lugar, solo, viendo luces chiquitas a lo lejos que me marcaban dónde estaba la ruta. Se me cruzaban mil cosas por la cabeza.

¿Sabías que quedabas afuera de la carrera o eso era lo que menos te preocupaba?
- Hasta tres días después de ese episodio no puedo explicar qué me pasaba. A la mañana siguiente de haberme encontrado, cuando me llevaron a revisar con los médicos, estaba yendo para el aeropuerto y mis amigos me dijeron que esperara porque iban a tratar de recuperar la moto, pero yo sabía que sería imposible que lo hagan porque me acordaba dónde me había quedado. Podría decir que ellos también se jugaron hasta la vida para recuperarla, hicieron lo imposible... Hemos llorado mucho...
Quedé conforme con lo que hice; nunca me puso mal el hecho de abandonar la carrera porque abandoné por una circunstancia propia de una prueba muy exigente.
Regresé en el avión junto a un piloto sueco que se había quebrado. Hoy siento que me he transformado en una persona extraña. Soy otro, me siento raro, es difícil explicar lo que me pasa. He pasado por situaciones inimaginables. Ahora empiezan a caerme las fichas de muchas cosas; por ejemplo me explico porqué mi «viejo» corrió durante tanto tiempo, porqué a pesar de tantos sinsabores seguía y seguía... El apoyo de la gente te da una fuerza impresionante; creo que ahora entiende más de lo que se trata el Dakar al haberme seguido y al ver que muchos pilotos fueron quedándose afuera de la carrera...
No fue fácil llegar hasta donde llegué y hacerlo de la forma en que lo hice. Puse todo. Fue un gran esfuerzo personal antes y durante la carrera.

Cuando volviste a casa, de alguna manera todavía te sentías en el desierto chileno. Inclusive tuviste pesadillas...
- Sí, varias noches. La primera, en Buenos Aires, me desperté en el patio, lloviendo, buscando la moto y a los gritos porque no la encontraba. Jorge Malatini, un amigo que es piloto de aerolíneas, me dijo que a ellos les pasa lo mismo al no tener idea de dónde están, y me aconsejó que durmiera con una luz tenue. Así fui «ubicándome», pero hasta hoy me pasa que salgo a buscar la moto... Lo que pasa es que la carrera duró seis días para mí, pero fue casi un año de preparación; me costó mucho armar la moto y estar en la largada. En el último mes viví para el Dakar, sólo pensé en eso, entonces es lógico que ahora me sienta raro...

¿Qué te pasa con el casco?
- No lo sé. Cuando mi mujer fue a buscarme a Ezeiza me encontró sentado sobre el casco. Ahora no sé porqué ando con él para todos lados, será porque me salvó la vida en la caída. Inclusive lo traje a Bolívar. Al resto de mi ropa lo tiene mi equipo de asistencia.
Ya retomé mi vida normal, pero esta experiencia marcó mi vida para siempre.

¿Cómo tomaste el abandono de Barbery?
- Me dio mucha pena porque también puso mucho esfuerzo para correr. Es una excelente persona, y en cierto modo abandonó debido a sus códigos. El iba «tirando» con un grupo de pilotos que iban más lentos que el mío. En esa etapa difícil en la que yo me caí y el completó al día siguiente; le dije que lo esperaría y que fuera conmigo. Lo esperé a los 70 km. y nos juntamos; le dije que siguiera con nosotros pero él como tiene muchos códigos se quedó con su grupo. Eso lo perjudicó. Venía acumulando cansancio y nervios, la estaba sufriendo a la carrera...
Yo tuve la suerte de que un día, cuando llegamos a Calama y todas las asistencias llegaron tarde, mis amigos de Bolívar sí llegaron a las siete de la tarde. Entonces dejé la moto en el vivac, me fui con ellos, me bañé con agua caliente en el hotel, comí y dormí siete horas, así que al otro día salí «como nuevo»... El cansancio se va acumulando, no se recupera; yo lo tenía muy en claro y estaba haciendo mucho hincapié en eso. Trataba de comer y dormir, por eso estaba bien física y mentalmente; quizá el «Gato» por los nervios o lo que sea, estaba más desgastado.

¿El grupo de Bolívar dejó el Dakar cuando vos abandonaste o siguió el recorrido?
- Cuando tuve el accidente decidieron por unanimidad dejar el Dakar. Yo volví en avión y ellos tuvieron que pasar por un par de peripecias hasta llegar a Bolívar hace un par de días. Ya estuvimos charlando un poco pero vamos a sentarnos a comer para hablar bien de todo esto.

Vas a traer la moto y la exhibirán en Baires Wagen...
- Sí, la moto llegará entre el sábado y el miércoles. No bien llegue, en el estado en que quedó, voy a dejarla en Baires Wagen. Ya estoy planeando el Dakar del año que viene. Estoy contento con esta moto pero voy a ver si recibo más apoyo de la fábrica. Como ya tengo la experiencia, trataré de conseguir más sponsors para hacer mejor las cosas. Hay unas gomas que son mejores que las que usé, hay un desarrollo para hacerle a la moto sobre todo en su periferia, para poder acceder mejor a las partes mecánicas... Son detalles que suman, que llevan tiempo, pero vamos a trabajar en base a lo que ya conocemos.

Tendrás muchos agradecimientos para hacer...
- Sí, a mucha gente: a mis amigos que me siguieron; a Mauricio Vigne con su empresa Patagónika y a Ramiro Mosquera con Baires Wagen, empresas que me dieron una mano fundamental; a Sebastián (Iglesias) y todos los que apoyaron en la cena; a «Chicato» y «Maxi» que me hicieron una moto bárbara; a Gastón y Marcos Pando que apoyaron con su empresa El Holando; a Horacio Alonso y «Bali» Bucca que también colaboraron; a Alejandro Arredondo que me pegó los calcos en la moto, al periodismo y a toda la gente que me apoya en la calle y me da fuerzas.

¿Sentís que cumpliste el objetivo de homenajear a tu padre?
- Sí, siento que sí porque se ha generado un movimiento mucho mayor al que pensaba. Entonces creo que mi «viejo» debe estar orgulloso.

Fuente: Diario La Mañana